Acmat-cero encontró una publicación, en un blog, donde un protaurino hablaba de las ventajas de llevar a los niños a las masacres de los toros.
El Equipo de Análisis Situacional de Acmat-cero fue respondiendo, uno a uno, todos los argumentos, a los que aludía este redactor del artículo, exponiendo sus teorías (entendemos qué) basadas en la educación de que deben recibir los menores: humanista, moderna, justa con todos los seres vivos y desde luego sin inducirles a confusión considerando la tortura como cultura.
Seguidamente publico el artículo, el texto en letra normal, y subrayado en amarillo, pertenece al artículo del blog de “cultoro”. El texto en negrita-cursiva es la respuesta del Equipo de Acmat-cero, es propiedad intelectual de esta Asociación y, como tal, contiene un copy.
El texto puede ser difundido y publicado siempre y cuando se haga mención a la Asociación de la que procede y se inserte su número de copy.
Los toros también son para los niños
http://cultoro.com/blog/2011/05/16/los-toros-tambien-son-para-los-ninos/
http://cultoro.com/blog/2011/05/16/los-toros-tambien-son-para-los-ninos/
Lejos de la educación que cada padre quiera dar a sus hijos, está la educación que el resto de los padres quiera dar a los suyos
Esto es alegar un absurdo: "lejos de la educación ...de cada padre... está la educación que el resto de los padres quiera... " ¿Qué padres son los primeros, cuáles los segundos Y qué educación es "cada educación": ¿hay dos educaciones, como hay dos Españas?¿O hay tantos miles de educaciones como miles de familias? Si las dos primeras están "lejos" unas de otras, el funcionamiento social exige que la Educación -que afecta directamente a la sociedad- se acople a valores comunes, a los que todos se ajusten y sólo difieran en matices marginales, que den el "toque" individual sin arrasar con la Educación, como expresión de progresismo y avance, a mayúsculas..
Así pues, en la mayoría de las ocasiones, la educación se convierte en algo tan abstracto e intangible La educación no es algo abstracto sino consensuado y plasmado en una Ley que la regula y también coherente con la ética, universalmente válida e intemporal, que se diferencia de la moral en que ésta es un concepto puntual, según sea aceptada social mente. que atiende a la interpretación de cada uno. Si "cada uno" considerase que la Educación dependa básicamente de la interpretación de "cada uno", caos, rencillas, rencores, envidias, celos y sistemas y subsistemas infinitos convertirían la sociedad en una catástrofe.
En el caso que nos ocupa, la tauromaquia, pretendemos analizar y rebatir las bases en las que se fundamentan los deseos de prohibir el toreo a los niños su fundamento, puro y simple, es que la Ley prohíbe el toreo a los menores de edad, como prohíbe el asistir a una autoescuela a los menores para aprender a conducir como adultos. Pero, claro, la defensa de "la educación de un sólo efecto" que el redactor y sus amigos quieren hacer como buenamente ellos y sólo ellos quieran, "lejos" de otras "educaciones" y, por supuesto, de la Educación que permite progresar a la sociedad en paz y armonía, sólo pretende una cosa: defender, imponer e impulsar el que a los niños se les acostumbre a la sangre y la muerte de los animales, como en su día se les acostumbró a la sangre y la muerte de los esclavos, como en su día se les acostumbró a la discriminación de las mujeres, como antes se les acostumbró a la quema de brujas y herejes. Tradiciones que "la educación" lejana de la Educación cercana, la cruenta frente a la incruenta, la cruel frente a la justa, la obsoleta frente a la Cultura para el progreso, querría enraizar desde la cuna, usando como instrumentos a los propios niños.
A los más pequeños, la fiesta de los toros les podrá gustar más o menos, de igual manera que a un adulto. El niño podrá aprender a entender lo que ve esto es una falacia porque la mente o mejor dicho el cerebro infantil no está fisiológicamente maduro para entender e integrar las ideas ni los conceptos como el de un adulto, igual que el adulto, y a diferenciar entre el hombre y el animal, y entre el toro y su gato o perro de compañía. Cabe preguntarse por la postura del padre taurófilo (y aún mucho más por la complicidad de la mujer esposa de taurófilo) cuando al niño "le guste menos" la fiesta de los toros (léase mejor la fiesta de la plebe frente a la tortura de los toros): si de Educación pretenden hablar ¿quién y cómo garantiza que los derechos del niño al que "no le gusta" van a ser escrupulosamente respetados y apartado el menor de contemplar ese festejo sangriento al que el padre es rabiosamente aficionado. No es creíble que no se le fuerce, sitie, presione y cerque para favorecer un cambio de opinión, produciendo al niño lesiones emocionales fáciles de adivinar. Así que, en esta tesitura, ES INEVITABLE reclamar fórmulas legales para que los derechos de los niños a no ser forzados en direcciones obsoletas, lesivas, emocionalmente peligrosas, sean respetadas. Pero aún más: ¿qué pretensión persigue el redactor al exigir que el niño diferencie entre el hombre y el animal, "...Y ENTRE EL TORO Y SU GATO O PERRO DE COMPAÑÍA": ¿El redactor es el Júpiter tonante de las especies y por decisión divina auto-asumida considera que el perro o gato de compañía son fisiológicamente, u oportunistamente, considerados distintos del toro? ¿Dónde ha comprobado que su sistema nervioso, la conexión cerebral, las neuronas que de igual modo mueven desde sus corazones hasta sus patas, son esencialmente distintas? ¿Estudió fisiología en la Universidad del Matadero Divino y legisló la diferencia entre animales, e incluso el hombre, desde el Parlamento de los Disparates hispánicos?
Para denostar la tauromaquia y cuestionar su futuro, se utiliza como arma arrojadiza el veto al menor, al niño, a la clase más débil del engranaje que forma nuestra sociedad. Los argumentos que esgrimen quiénes defienden estas prohibiciones, se basan en imponer su criterio de entender el toreo como “una práctica violenta y sanguinaria”, huérfana de otros valores que no sean “ver sufrir a un animal”. Ninguna persona razonable, ética y justa utiliza ningún argumento "como arma arrojadiza" dirigida a un menor: es precisamente la Educación una rama del humanismo altamente analizada, desarrollada y legislada específicamente para salvaguardar la conciencia indefensa del menor frente a las barbaridades de una sociedad aún no despegada de tradiciones y costumbres sanguinarias o, simplemente, prepotentes. No hay un criterio que imponer en los menores, salvo el que la sociedad misma exige: absoluto respeto al desarrollo de la conciencia de cada niño dentro de los valores universales de desarrollo y progreso, sobre la base del conocimiento y la ciencia y en el entorno de un mundo pacífico. Y la práctica violenta y sanguinaria, y añado, cruel y torturadora, frente al toro (y sobre muchos, muchísimos animales de compañía "de los niños") ¿dónde presenta otros "valores"? Desde luego, valores de equilibrio emocional para un niño, todos negativos. Valores de desarrollo armónico del conocimiento del mundo por un niño, ninguno. Valores de respeto al propio mundo que le sirve de sustento y de futuro, se le presentan las corridas de toros absolutamente carentes. Lo que son otros "valores" de las corridas de toros, evidentemente, son el aportar A LOS ADULTOS QUE ACUDEN A ELLAS, un festival orgiástico de sangre, burla y dominio sobre una especie que en los albores de la humanidad fue poderosa, y ahora es un pobre pingajo maltratado y torturado. ¿Qué obtiene de ello la gente que acude a una corrida? ¿Música clásica para atemperar el espíritu? ¿Los conocimientos de física que han desarrollado el viaje espacial? ¿Sabiduría filosófica para desarrollar el intelecto? ¿Herramientas de precisión para impulsar el progreso de la sociedad? ¿La química y la medicina, que salvan nuestras vidas? ¿Las habilidades técnicas que nos proporcionan casa, comida, bienestar y progreso?. Porque nadie, y mucho menos un menor que alcanzará a vislumbrar la llegada del siglo XXII, puede ver en ellas más que oropel, farándula, intereses creados, economías cutres y obsoletas que utilizan animales para ofrecer espectáculos de sangre, alanceo, burla, griterío, complicidad ante la tortura de un ser sensible indefenso -que ni el supuesto peligro que corre el figurón, esto es, el torero, puede compensar- animal al que, además se humilla y se despieza públicamente. ¿Y luego entregarán al menor las cercenadas sangrantes orejas para que las agite, como ya se ha hecho? Para que aprenda y presuma ¿de qué? Digan claramente, ¿de qué?
Evidentemente, defender posiciones opuestas a estos argumentos sobre quien solamente quiera ver la sangre derramada por el animal, se torna cuestión imposible de cualquier debate. ¿Podría explicar el insigne redactor de esta auto-defensa defensiva de un defensor que se defiende, lo qué quiere decir con este párrafo? Porque no se entiende.
Para quien la defienda ¿Quién es el que el redactor señala: el que defiende la matanza o el que defiende que no haya matanza, que sigue sin entenderse? y sienta más allá de ver la sangre (a veces del propio hombre), ¿Y qué siente el que siente más allá de ver la sangre: siente el gañido de unas masas violentas gritando, o tal vez la farándula del traje del torero, el chundarata de la orquestilla, unos cuantos asalariados moviendo trapos, unos caballos a los que los asistentes desean ver destripados, identificarse con el picador cuando agujerea al toro, con el exclusivo fin de debilitarle, al matador cuando hunde una espada asesina hasta el puño, o la hunde repetidas veces si no acierta rompiendo músculos, venas, tendones, fibras, pulmones, órganos vitales...(los mismos que a su nivel tiene cualquier hombre...) o al que aún no muerto lo apuñalan y dejan invalidado y aún vivo...? no le quedarán dudas de que esta fiesta es la más culta, siempre admirada por las personalidades más influyentes del mundo de la cultura de todas las generaciones y capaz de parar el tiempo cuando se contemplan pasajes de belleza y emoción tan efímeros como irrepetibles.
Al redactor se le olvida que la época de Hemingway y los actores entonces de moda, ya pasó y que acudían a la corrida como acudían al propio país: a un tercer mundo fetichista, cutre, atrasado, zapatillero y pobre que, mira por donde, se permitía aún repetir trasnochadamente festejos nacidos de la barbarie de los siglos oscuros, mientras ellos, los ricos, volvían luego a su Nueva York rutilante, moderna, avanzada, rutilante, cómoda, ordenada, para contar a los amigos ¡lo que habían visto en ese país perdido entre África y los Pirineos!
La barbarie empieza, y termina, en quien pretende comparar la vida de un hombre con la de un animal. La barbarie empieza y continúa en las manos y las mentes de quienes gozan, se divierten y se exaltan con las torturas: sean aplicadas a niños o animales. Los más débiles e indefensos. ¿Toma nota el redactor? Doblemente barbarie cuando usa oportunista, forzada y alegremente la palabra "cultura" para aplicarla a un espectáculo que insulta a la Cultura humana. Aunque tal vez al redactor le parezca, ya que defiende su sistema de "educación" que por qué no va a añadirle también su sistema de "cultura": Resultando: Educación para la tortura, Cultura para la crueldad y -sigamos, por qué no- Ciencia para el alanceo, Técnica para la matanza, Literatura para defender el horror, Política para el despiece, Sociología para el griterío, Universidad para el disparate...
La hipocresía con la que se defienden estos argumentos vacíos de coherencia, apartan la retransmisión de festejos taurinos por televisiones estatales (sí dejándolos en las autonómicas), como defensa del menor, pero aceptando que los niños puedan ver primeros planos de matanzas de civiles en guerras, o imágenes de hambrunas con auténticos cadáveres agonizantes, una hora y media después el problema no está en ver las matanzas, las hambrunas o los cadáveres agonizantes sino en jalearlos con un olé, aplaudir su martirio y sacar en hombros al ejecutor al ritmo de un pasodoble.
Parece ser, que el primer mandamiento para el adoctrinamiento en la fe de la Taurofobia es inculcar que la vida de un hombre es menos que la de un animal. Carece de importancia culpar, pedir o exigir a las televisiones que hagan o dejen de hacer: la televisión por sí misma -tal como hoy mayoritariamente se contempla- sólo es también una farándula o una fábrica de mentalidades anodinas. El que los niños puedan ver matanzas en guerras (en las televisiones) ¿es culpa de la televisión o es culpa DE LOS PROGENITORES DEL NIÑO, que, evidentemente no controlan el equilibrado y justo desarrollo del mismo y el acceso a la información que tenga? A lo mejor es que, actualmente, las televisiones son -como en un futuro supercontrolado socialmente- imposibles de apagar, tal vez no tienen un stand by voluntario y por eso el niño contempla esas situaciones extremas... En cuanto a las hambrunas, igualmente debería el redactor preguntarse a dónde va su voto, cuando vota, y por qué ese y los demás no son capaces de controlar a políticos descontrolados aquí o allí en la aldea global. Y ¿dónde ve el redactor que se inculca por quién y dónde el que la vida de un hombre es menos que la de un animal? Me permito recordar al redactor que un par de simples siglos atrás LA VIDA DE UN HOMBRE ERA MENOS QUE LA VIDA DE OTRO HOMBRE, cuando se les esclavizaba, mataba, vendía, torturaba, utilizaba y perseguía porque eran negros... Esa situación no pudo resistir los avances del conocimiento, la ciencia y el intelecto humano. Como no lo pudo resistir el apartamiento y explotación de las mujeres. No lo resistió la explotación y pobreza de los proletarios. Y surgió la vida de hoy, a la que le falta la parte de justicia y equidad que le falta: la de las poblaciones miserables que aún queden en países pobres, la explotación de niños y niñas para la prostitución en países determinados, la discriminación de las mujeres en los países que las utilizan, la seguridad para todos los niños del mundo. Y la desaparición de la tortura y crueldad sobre los animales, compañeros inseparables del progreso humano.
Pero puestos a cuestionar lo que ven los niños por televisión, y desmontar la teoría de la “violencia del toreo”, repasemos las series de animación (no nos olvidemos que están realizadas expresamente para ellos) y apreciaremos que los argumentos de cada episodio se basan en matar o destruir al adversario. Incluso en las cadenas más “verdes”, las más antitaurinas, aprovechan la sobremesa para la emisión de series de animación que por argumento y vocabulario, sacan los colores a la hipocresía más progre. Ay, redactor, redactor: si la sociedad cortara masivamente la emisión de esas series, desaparecerían de la parrilla televisiva, por falta de audiencia. Asimismo, redactor, redactor, si las cadenas de televisión ven, van viendo o verán que la audiencia televisiva de la matanza de toros se diluye, a la vez que las existencias de quienes arrastran esa herencia desde sus infancias poco educadas, mal instruidas, escasamente nutridas, peligrosamente afectas a guerras de mal recuerdo, dejarán de emitirlas. Tiempo al tiempo. Lo malo es que, hasta entonces, la tortura y la matanza y la crueldad y el exterminio siguen cundiendo.
Bajo la justificación de la existencia de “crueldad y violencia” en la lidia, los abolicionistas justifican que se genera espontáneamente más violencia de manera automática. La lidia está canalizada y reglada todas las torturas están canalizadas y regladas por sus ejecutores, como se desprende de los inquisidores medievales, la CIA, el Mossad y la Gestapo, entre otros, por lo que la supuesta violencia que pudiera generar la lidia nunca será una agresión producida de manera trastornada o anárquica. La violencia, señor redactor, es violencia y favorece -si no genera- el recurso a la violencia. También está reglada la circulación de vehículos, donde el enfado y la tensión cunde, la verborrea agresiva se mastica pero no se permite su expresión física y si la misma ocurre, es objeto de sanción y rechazo. También estaba canalizada y reglada Y SANTIFICADA la Inquisición, también una tradición muy española, con sangre, tortura y muerte... y desapareció cuando España adquirió un poco de ilustración y progreso...
Afirmar que quien ve una corrida automáticamente se convierte en un violento, es un testimonio falto de vergüenza y razón. La violencia presenta facetas múltiples, pues sólo faltaría algún espectador "automáticamente" saliera de la plaza y rejoneara o clavase un estoque al primero que se cruzase en su camino ya sea su señora, su suegra o el vecino.
Por supuesto, no todos salen con su violencia exacerbada de una corrida, es de suponer: los otros, los que no muestran agresividad inmediata, simplemente han volcado sus apetencias de violencia en la violencia hecha por otros: ellos no torturan, lo hacen los picadores; ellos no matan, lo hace el matador... pero es la oportunidad de participar anímicamente en esos oscuros celajes del alma, amparándose en "yo no lo hago, lo hacen otros, pero cómo lo gozo..." Y si alguien va a una corrida sólo a ver los colorines del torero, es porque nunca visitó una exposición sobre cúmulos y galaxias del espacio... eso que es el futuro evidente y exigente de la humanidad.
"Equipo de Análisis situacional de ACMAT-CERO”
Todo el texto en Negrita- Cursiva es propiedad intelectual de Acmat-cero
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Contactos: acmatcero.asjur@gmail.com
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