Entrevista de Acmat-Cero a Sara Téllez-Torre
AC: Sara, teníamos pendiente esta entrevista contigo y, al fin, podemos realizarla.
Sara: Dada la trayectoria de lucha de Acmat-Cero contra los malos tratos y habiendo tal cantidad de episodios de ese tipo, casi sorprende haber podido encontrar un rato para conversar.
AC: Como introducción, háblanos de ti.
Sara: Como persona individual, yo no soy de interés. En cuanto a lo poco que pueda aportar, soy un ciudadano más, entre los decididamente opuestos a la tortura y los malos tratos infligidos a personas o animales y me encuadro, como viene expresando Acmat-Cero, en la exigencia de Justicia para Todos. Muy especialmente para los peor tratados, que son los animales de todas clases.
AC: En cuanto a tu nombre, hemos visto en tu último escrito que al apellido “Téllez” le has añadido algo.
Sara: Sara Téllez es mi nombre literario, y lo elegí ya hace mucho tiempo. No importa mi nombre oficial pues, igual que a la familia no se la elige pero sí a los amigos, tampoco podemos escoger en la cuna nuestra identidad personal pero sí en momentos posteriores recurrir a un nombre literario, si se quiere. En cuanto al añadido de “Torre”, lo explico: he visto en Internet referencias a señoras llamadas Sara Téllez ninguna de las cuales tiene que ver conmigo, así que ya me sentía inclinada a modificar el seudónimo: de modo que incluí una alusión privada a vivencias personales, añadiendo a mi nombre literario la palabra “Torre”. No viene al caso extenderse más al respecto.
AC: Gracias por la aclaración. Vemos que es relativamente frecuente la aportación de escritos tuyos directamente cedidos a AC para su publicación o remisión.
Sara: No muchos. En los dos años que AC viene actuando como Asociación contra el mal trato a los animales, creo haber redactado para vosotros unos cinco escritos.
AC: Tal vez no parezcan ser muchos, pero sí impactantes en su contenido. ¿Cómo procedes a su redacción? ¿Te los pide AC en cada caso concreto?
Sara: No me los pide. Cuando me entero de algún caso de tortura o similar reacciono individualmente escribiendo lo que los hechos me impulsan a expresar y se lo paso a la Asociación para que lo difunda como guste. Son cuestiones de general conocimiento o que se han publicado en los medios, y que afectan a la protección de animales. Creo recordar que la mayoría de mis intervenciones lo han sido contra la “moda” de pretender aupar tradiciones históricas crueles e indignas hasta la categoría de “bienes culturales”, concepto inconcebiblemente impuesto desde algunos gobiernos regionales, que reviste a la matanza, tortura y sangre con un vergonzoso apelativo cultural que por tal causa arrastra a la propia Cultura y el humanismo a una degradación permisiva de la violencia institucionalizada, esto es, una situación propia de siglos bárbaros en que la matanza y la injusticia acosaban la propia supervivencia. En materia de derechos para los animales no se está progresando, se está involucionando.
AC: ¿Y por qué ocurre esta involución, en tu opinión?
Sara: Posiblemente en base a una conjunción de intereses mercantiles, acciones irresponsables y actitudes indiferentes: en buena parte por presiones e influencias de grupos con base económica, esto es, por el lucro obtenido de la explotación, muerte y procesamiento de animales, sectores que están bien relacionados con los medios políticos; en otra parte por la complicidad de un sector de la población que continúa haciendo gala de desprecio y abuso manifiesto hacia los animales, como secuela prepotente heredada de períodos de pobreza, privación e ignorancia históricos; por otra parte, y lo menciono como una observación imparcial, por la aparente incapacidad de las Asociaciones protectoras para promover una acción conjunta y unitaria frente a esta situación de injusticia y maltrato a los animales; e incluso, también, por la falta de unión y coordinación de los animalistas individuales que, a pesar de ser muchísimos en número, no acaban de enfrentarse al hecho de que hay que ir más allá, mucho más allá, del “aquí y ahora” y plantear activamente y en unidad su exigencia de justicia para todos y muy especialmente para los animales, tanto para el presente como para el futuro.
AC: Quien esté disconforme con este comentario, probablemente te diría ¿y qué propones?
Sara: Me figuro que te refieres concretamente a personas animalistas.
AC: Sí, a personas relacionadas con la protección animal.
Sara: Pues les diría que dediquen algo de su tiempo a analizar el presente que vivimos y el futuro a que nos enfrentamos: en lo que a mí respecta mis conclusiones –importen a alguien o no- son que la situación es lamentable en cuanto al tiempo presente y aterradora respecto del futuro y que cambiar drásticamente la lamentable situación de
los animales en el país requiere de organización, protesta y exigencia de soluciones, con suficiente antelación, extensión, número e importancia global de las acciones para exigir justicia y equidad en el trato a los animales, tanto a nivel político, legislativo, judicial o social. A nivel institucional, nada se otorga si no se exige con suficiente rotundidad.
Como supongo que pedirás aclaración de estas conclusiones, trataré de hacerlo, con una mirada a la situación de hecho en el momento actual: Por un lado, respecto de los animales considerados como “domésticos” o “mascotas”, ya sean perros, gatos, hurones, pájaros o exóticos. Por otro lado, el grupo formado por animales de explotación, ya sean vacas, toros, cerdos, pollos, ovejas y otros muchos de similar destino. Resultaría demasiado largo darte un análisis de ambas situaciones, pero puedo resumir, si lo deseas, o ceñirme a uno de los grupos.
AC: Si te es posible, me gustaría te refieras a ambos grupos, aunque sea de forma resumida.
Sara: Animales domésticos, pues, que es la situación que a todos nos parece más visible, ya sea por su cercanía a los humanos o porque los tenemos inmediatamente entre nosotros, en las casas, las ciudades. Aquí hay que distinguir también entre las “mascotas” históricas y las añadidas, esto es: 1) perros-gatos-pájaros y 2) hurones y similares, reptiles y similares. El 1) tiene dos vertientes: la primera, la enorme multiplicación de camadas favorecidas por una caótica demanda, dado que mucha gente actualmente tiene perros y gatos, como un elemento más del estado del bienestar, no compensado con la responsabilidad de esterilizarlos o no reproducirlos; en el grupo 2), también su enorme multiplicación, favorecida por una “búsqueda” del exotismo a secas: la gente y los criadores permiten la reproducción insensata de sus mascotas, unas y otras, ya sea por dejadez o por interés económico, arrojando a la vida miles de existencias imprevistas. Debo añadir que, a pesar de las pequeñas pinceladas políticas de las leyes de “protección animal”, los animales son pura y simplemente una propiedad, una mercancía. Y, como tal, se lleva, se trae, se importa, se administra, se compra y vende, se abandona, se olvida o se destruye. Sin importar su sufrimiento, dolor e indefensión.
Dejando sin tocar las granjas de cría de mascotas, que merecerían un análisis aparte, son cientos de miles de animales que nacen cada día para vivir un destino incierto: ya sea por regalo, por venta privada, por venta en establecimientos: si ya es dudoso su futuro incluso en estos casos, hay que saber dónde termina ese enorme resto de animales no vendidos, no regalados, no colocados: en muchísimos casos, su final es la calle, la autovía o el campo en una aturdida búsqueda de cobijo. En muchísimos casos también, acaban en perreras donde, con suerte, un modesto porcentaje encontrará casa y el resto, la muerte inducida. Y a eso hay que añadir la enorme cantidad de mascotas compradas o adoptadas y posteriormente rechazadas, sufriendo idénticos destinos.
Parecido es el caso de los animales exóticos, donde la irresponsabilidad del abandono en los campos, puede arrasar las especies nacionales y multiplicar los problemas de recogida y acogida. Hay cientos de albergues de asociaciones en todo el país, cierto, y todos recogiendo por encima de su capacidad. Los animales viven cierto número de años, así que se está rozando la imposibilidad material de que tanto abandonado pueda ser acogido y mantenido. Y los gobiernos y corporaciones locales, luciendo un importante nivel de indiferencia, se lucran del esfuerzo privado de las Protectoras, que les resuelven una buena parte del problema del abandono sin costarles apenas dinero público ni por supuesto esfuerzo administrativo o legislativo. Dicho queda de modo resumido.
AC: Gracias. En cuanto al segundo grupo, el de los animales de explotación…
Sara: Dos grupos también, el de los animales para el consumo y el de los animales para la diversión. Respecto del consumo, es curioso que existiendo en la población un apetito desmesurado por la carne no sólo se está favoreciendo con ello la trata extrema y la matanza masiva de cientos de miles de animales a diario, situación difícilmente defendible (desde luego, no será por hambre…) sino que, curiosamente, sufrimos enfermedades personales gravísimas, como las cardiovasculares, en buena parte favorecidas por el consumo exagerado de productos de matanza. Esto significa que este acostumbramiento ordinario a la comida con carne no produce ningún beneficio, salvo la gula, y sí tremendos perjuicios para la persona, las familias y la sociedad (dada la gran repercusión de estas enfermedades en la sanidad pública). Me pasma que nadie tenga, a nivel institucional, empeño alguno real y efectivo por formar e informar a la población de que sus necesidades (por llamarlas así) de carne pueden reducirse drásticamente en su propio beneficio y salud. El minimizar el consumo de carne suavizaría, sin una revolución nutricional extrema, grandes niveles de explotación y sacrificio animal.
En cuanto al segundo grupo, lo he tratado unas cuantas veces en mis escritos publicados en el blog de AC: Tradiciones, Yo Acuso, Toros y nuevas generaciones PP, Carta a la Presidenta menos europea… Resumo al máximo: Torturar animales para divertirse es, después de la tortura infligida a niños, la torcida afición más lamentable, rastrera, repugnante y arcaica que pueda presentar una nación, país o región a nivel poblacional y social. Y no actuar desde los gobiernos para erradicar tales orgías de sangre, tortura y falta de humanidad, misericordia y justicia, desde mi punto de vista, descalifica a esos gobiernos, partidos y políticos individuales para dirigir un país, una región, un municipio. Si permiten ese tipo de “juergas” letales, se manifiestan permisivos por sí mismos con cualquier acción extrema relacionada con la tortura, permitir esos hechos, desde el propio poder político, es actuar sin atenerse a la Razón , pues el razonamiento es lo que ha llevado a la humanidad a ser humanidad y, en su propio beneficio, a dejar de actuar como simios, salvajes, antropófagos, hordas… Resumido queda igualmente.
AC: Gracias, me he quedado impresionada, si me permites decirlo.
Sara: Gracias a ti. Voy a añadir que cuanto expreso es mi pura y simple opinión. No voy a pretender resolver las cosas de un plumazo sólo por hablar de ellas. Pero quede muy, muy claro que, nuevamente en mi opinión, LA RAZON ES LA FUERZA. Repito de nuevo que la Razón ha hecho humano al hombre, ha hecho progresar y evolucionar al género humano, lo ha dotado de valores y trascendencia y es la Razón la que debe culminar la evolución imponiendo definitivamente la Justicia para todos, y muy concretamente –dicho de nuevo- para los animales, que son parte imprescindible del equilibrio de un planeta que es único en el universo precisamente por eso, por la vida interrelacionada que sustenta.
AC: Me voy a permitir titular esta entrevista de ese modo: LA RAZÓN ES LA FUERZA , si no tienes inconveniente.
Sara: Me siento honrada por ello.
AC: Gracias, Sara, y esperamos una nueva ocasión de hablar contigo y ampliar conceptos.
Sara: Dada la incansable actuación de AC contra el maltrato animal, estoy a vuestra disposición siempre.
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