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Toros

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Este lugar es antitaurino

viernes, 16 de abril de 2010

DIMITA MONARCA


Mediante el presente escrito me permito, Monarca, pedirle, no ese gesto tan exclusivo que es la abdicación, sino la pura y simple dimisión de su cargo como Rey del Estado Español. En base a lo siguiente:

Su presencia y sus palabras acaban (año 2010 ¡por supuesto!) de empujar al torerismo a entrar por la vía rápida (¡por supuesto!) en el cada vez más degradado ámbito de los valores culturales actuales del país. Con ese gesto, Usted ha dejado de ser el rey de todos los españoles. Ese entusiasmo ¡por supuesto! que usted ha manifestado públicamente, ha ofendido, agraviado y despreciado a más del 70% de los españoles que forman el Estado que mantiene y, por qué no, sustenta a toda una familia real.
Por más que su título sea el de Rey, Usted es un funcionario de alto grado de este país, al servicio de este país y dependiente de este país. Así lo demostró con gran dignidad cuando intervino en la regulación de las instituciones legítimas con ocasión del golpe de Estado, del que ni quiero acordarme.

Pero la edad, Monarca, nos traiciona a todos y nos hace caer en despistes garrafales. Ni yo ni nadie dudamos de que le gusten los circos taurinos, ni de que haya practicado (hemos visto fotos impactantes) y le haya satisfecho matar animales indefensos en cacerías… Seguramente era otra época menos exigente que la actual. Y nadie pretende que Usted no conserve sus aficiones en lo hondo de su mente y, si es el caso, de su corazón.

Pero cuando ahora ¡por supuesto! nos lanza a la cara su entusiasmo, su defensa y ¡por supuesto! su regia apuesta por un espectáculo de sangre, tortura y matanza de animales a los que en ese lance se les priva incluso de la justa opción de recurrir a la huida para salvarse, lo expresa Usted olvidando, apartando y despreciando la realidad documentada de que la mayoría de sus contribuyentes NO acepta, o no quiere, o no defiende, o no le importa semejante fiestacho.

Así que ¡por supuesto! dimita dignamente Usted, Monarca, y deje que –ya que tenemos que seguir contribuyendo a mantener a una familia real- accedan al título personas más jóvenes, con capacidad aparente para respetar las opciones que exige la justicia, la equidad, la humanidad y el progresismo que caracterizan el avanzado siglo en que vivimos, para que puedan dignificar –que falta le hace- el país, las instituciones, la política, la economía, el bienestar y el futuro de todos. Y eso pasa, Monarca, por un humanismo que implica no defender –en modo alguno- ningún nivel de matanza como espectáculo.

En cuyo momento, Usted podría lógicamente dedicarse, sin ofender a otros, a las distracciones que su educación y sus aficiones le exigieran, como cualquier ciudadano del común hace día a día en este país de extremos, que aún hoy, a la vista está, nos sigue rompiendo el corazón.

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