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Toros

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Este lugar es antitaurino

martes, 17 de abril de 2012

DIMITA, MONARCA, QUE LE CUMPLE ¡OTRA VEZ!



¡Expresiva foto la suya, halagando a su ego matador, ante un imponente animal derribado al que le arrebató su derecho a la vida y, aún más, a la defensa, que murió sin saber de dónde le llegaba, sin ver a ese predador que él creía no tener y que mata sin aviso, sin opción, sin respeto, sin RAZÓN¡

Así que, voy a reproducir lo que ya dije en marzo del año 2010, por su postura respecto de otros animales. Sólo añadiré que no deja de asombrarme, no sólo el catálogo incalificable de muertes a animales que usted defiende o practica, sino la insensatez personal que demuestra respecto a su propia persona y la indiferencia aparente hacia el país que supuestamente debería representar. Así que, Dimita Monarca:

Marzo de 2010:


Me voy a permitir, con la licencia que me dan mis años, casi tantos como los suyos, Monarca, titulado Rey del Estado Español, no pedirle ese gesto tan exclusivo que es la abdicación, sino la pura y simple dimisión.

Su presencia y sus palabras acaban (año 2010 ¡por supuesto!) de empujar al torerismo a entrar por la vía rápida (¡por supuesto!) en el cada vez más degradado ámbito de los valores culturales actuales del país. Con ese gesto, Usted ha dejado de ser el rey de todos los españoles. Ese entusiasmo ¡por supuesto! que usted ha manifestado públicamente, ha ofendido, agraviado y despreciado a más del 70% de los españoles que forman el Estado que mantiene y, por qué no, protege a toda una familia real cuyo acceso al trono ni siquiera ha seguido una línea dinástica, sino que tiene su origen en un nombramiento, una elección, una designación realizada por decisión de un dictador.

Por ese nombramiento, Monarca, por más que su título sea el de Rey, Usted se convirtió en un funcionario de alto grado de este país, al servicio de este país y dependiente de este país. Así lo demostró con gran dignidad cuando intervino en la regulación de las instituciones con ocasión del golpe de Estado, del que ni quiero acordarme. Yo, en aquel entonces, modesta contribuyente, granito de arena en el edificio de un país convulso, me sentí tan contenta al ver que mis -bien pagados- altos empleados eran capaces de resolver un gravísimo conflicto sin sangre (ni arena), que siempre he defendido  desde entonces –yo, que para nada he sido, ni soy, monárquica de ningún estilo- su figura y su papel dentro de este país extremo.

Pero la edad, Monarca, nos traiciona a todos y nos hace caer en despistes garrafales. Ni yo ni nadie dudan de que le gusten los circos taurinos, ni de que haya practicado (hemos visto fotos impactantes) y le haya encantado matar animales indefensos en cacerías… Seguramente era otra época menos exigente que la actual. Y nadie pretende que Usted no conserve sus aficiones en lo hondo de su mente y, si es el caso, de su corazón.

Pero mal demuestra Usted, Monarca, su capacidad para seguir ostentando su nombramiento cuando ¡por supuesto! nos planta a todos en la cara su entusiasmo, su defensa y ¡por supuesto! su apuesta por un espectáculo de sangre, tortura y matanza de animales que, lo que aún es peor, carecen de la justa opción de recurrir a la escapatoria para salvarse. Y lo ha expresado Usted, olvidando, apartando y despreciando la realidad que le ha informado puntualmente de que la mayoría de sus contribuyentes NO acepta, o no quiere, o no defiende, o no le importa semejante fiestacho.

Así que ¡por supuesto! dimita dignamente Usted, Monarca, y deje que –ya que tenemos que seguir contribuyendo a mantener a una familia real- accedan al título personas más jóvenes, con capacidad aparente para respetar las opciones que exige la justicia, la equidad, la humanidad y el progresismo que caracterizan el avanzado siglo en que vivimos, para que puedan dignificar –que falta le hace- el país, las instituciones, la política, la economía, el bienestar y el futuro de todos. Y eso pasa, Monarca, por un humanismo que implica no defender –en modo alguno- ningún nivel de matanza como espectáculo.

Convertido en un apacible jubilado, Usted podría lógicamente dedicarse, sin ofender a otros,  a las distracciones que su educación y sus aficiones le exigieran, como cualquier ciudadano del común hace día a día en este país de extremos, que aún hoy, a la vista está, nos sigue rompiendo el corazón.


SARA TÉLLEZ para ACMAT-CERO
Marzo de 2010, reproducido en abril de 2012.

Correspondencia con Sara Téllez:

                                                                                                 

martes, 10 de abril de 2012

LA RAZÓN ES LA FUERZA



Entrevista de Acmat-Cero a Sara Téllez-Torre


                          LA RAZÓN ES LA FUERZA


AC: Sara, teníamos pendiente esta entrevista contigo y, al fin, podemos realizarla.

Sara: Dada la trayectoria de lucha de Acmat-Cero contra los malos tratos y habiendo tal cantidad de episodios de ese tipo, casi sorprende haber podido encontrar un rato para conversar.

AC: Como introducción, háblanos de ti.

Sara: Como persona individual, yo no soy de interés. En cuanto a lo poco que pueda aportar, soy un ciudadano más, entre los decididamente opuestos a la tortura y los malos tratos infligidos a personas o animales y me encuadro, como viene expresando Acmat-Cero, en la exigencia de Justicia para Todos. Muy especialmente para los peor tratados, que son los animales de todas clases.

AC: En cuanto a tu nombre, hemos visto en tu último escrito que al apellido “Téllez” le has añadido algo.

Sara: Sara Téllez es mi nombre literario, y lo elegí ya hace mucho tiempo. No importa mi nombre oficial pues, igual que a la familia no se la elige pero sí a los amigos, tampoco podemos escoger en la cuna nuestra identidad personal pero sí en momentos posteriores recurrir a un nombre literario, si se quiere. En cuanto al añadido de “Torre”, lo explico: he visto en Internet referencias a señoras llamadas Sara Téllez ninguna de las cuales tiene que ver conmigo, así que ya me sentía inclinada a modificar el seudónimo: de modo que incluí una alusión privada a vivencias personales, añadiendo a mi nombre literario la palabra “Torre”. No viene al caso extenderse más al respecto.

AC: Gracias por la aclaración. Vemos que es relativamente frecuente la aportación de escritos tuyos directamente cedidos a AC para su publicación o remisión.

Sara: No muchos. En los dos años que AC viene actuando como Asociación contra el mal trato a los animales, creo haber redactado para vosotros unos cinco escritos.

AC: Tal vez no parezcan ser muchos, pero sí impactantes en su contenido. ¿Cómo procedes a su redacción? ¿Te los pide AC en cada caso concreto?


Sara: No me los pide. Cuando me entero de algún caso de tortura o similar reacciono individualmente escribiendo lo que los hechos me impulsan a expresar y se lo paso a la Asociación para que lo difunda como guste. Son cuestiones de general conocimiento o que se han publicado en los medios, y que afectan a la protección de animales. Creo recordar que la mayoría de mis intervenciones lo han sido contra la “moda” de pretender aupar tradiciones históricas crueles e indignas hasta la categoría de “bienes culturales”, concepto inconcebiblemente impuesto desde algunos gobiernos regionales, que reviste a la matanza, tortura y sangre con un vergonzoso apelativo cultural que por tal causa arrastra a la propia Cultura y el humanismo a una degradación permisiva de la violencia institucionalizada, esto es, una situación propia de siglos bárbaros en que la matanza y la injusticia acosaban la propia supervivencia. En materia de derechos para los animales no se está progresando, se está involucionando.

AC: ¿Y por qué ocurre esta involución, en tu opinión?

Sara: Posiblemente en base a una conjunción de intereses mercantiles, acciones irresponsables y actitudes indiferentes: en buena parte por presiones e influencias de grupos con base económica, esto es, por el lucro obtenido de la explotación, muerte y procesamiento de animales, sectores que están bien relacionados con los medios políticos; en otra parte por la complicidad de un sector de la población que continúa haciendo gala de desprecio y abuso manifiesto hacia los animales, como secuela prepotente heredada de períodos de pobreza, privación e ignorancia históricos; por otra parte, y lo menciono como una observación imparcial, por la aparente incapacidad de las Asociaciones protectoras para promover una acción conjunta y unitaria frente a esta situación de injusticia y maltrato a los animales; e incluso, también, por la falta de unión y coordinación de los animalistas individuales que, a pesar de ser muchísimos en número, no acaban de enfrentarse al hecho de que hay que ir más allá, mucho más allá, del “aquí y ahora” y plantear activamente y en unidad su exigencia de justicia para todos y muy especialmente para los animales, tanto para el presente como para el futuro.

AC: Quien esté disconforme con este comentario, probablemente te diría ¿y qué propones?

Sara: Me figuro que te refieres concretamente a personas animalistas.

AC: Sí, a personas relacionadas con la protección animal.

Sara: Pues les diría que dediquen algo de su tiempo a analizar el presente que vivimos y el futuro a que nos enfrentamos: en lo que a mí respecta mis conclusiones –importen a alguien o no- son que la situación es lamentable en cuanto al tiempo presente y aterradora respecto del futuro y que cambiar drásticamente la lamentable situación de

los animales en el país requiere de organización, protesta y exigencia de soluciones, con suficiente antelación, extensión, número e importancia global de las acciones para exigir justicia y equidad en el trato a los animales, tanto a nivel político, legislativo, judicial o social. A nivel institucional, nada se otorga si no se exige con suficiente rotundidad.

Como supongo que pedirás aclaración de estas conclusiones, trataré de hacerlo, con una mirada a la situación de hecho en el momento actual: Por un lado, respecto de   los animales considerados como “domésticos” o “mascotas”, ya sean perros, gatos, hurones, pájaros o exóticos. Por otro lado, el grupo formado por animales de explotación, ya sean vacas, toros, cerdos, pollos, ovejas y otros muchos de similar destino. Resultaría demasiado largo darte un análisis de ambas situaciones, pero puedo resumir, si lo deseas, o ceñirme a uno de los grupos.

AC: Si te es posible, me gustaría te refieras a ambos grupos, aunque sea de forma resumida.

Sara: Animales domésticos, pues, que es la situación que a todos nos parece más visible, ya sea por su cercanía a los humanos o porque los tenemos inmediatamente entre nosotros, en las casas, las ciudades. Aquí hay que distinguir también entre las “mascotas” históricas y las añadidas, esto es: 1) perros-gatos-pájaros y  2) hurones y similares, reptiles y similares. El 1) tiene dos vertientes: la primera, la enorme multiplicación de camadas favorecidas por una caótica demanda, dado que mucha gente actualmente tiene perros y gatos, como un elemento más  del estado del bienestar, no compensado con la responsabilidad de esterilizarlos o no reproducirlos; en el grupo 2), también su enorme multiplicación,  favorecida por una “búsqueda” del exotismo a secas: la gente y los criadores permiten la reproducción insensata de sus mascotas, unas y otras, ya sea por dejadez o por interés económico, arrojando a la vida miles de existencias imprevistas. Debo añadir que, a pesar de las pequeñas pinceladas políticas de las leyes de “protección animal”, los animales son pura y simplemente una propiedad, una mercancía. Y, como tal, se lleva, se trae, se importa, se administra, se compra y vende, se abandona, se olvida o se destruye. Sin importar su sufrimiento, dolor e indefensión.

Dejando sin tocar las granjas de cría de mascotas, que merecerían un análisis aparte, son cientos de miles de animales que nacen cada día para vivir un destino incierto: ya sea por regalo, por venta privada, por venta en establecimientos: si ya es dudoso su futuro incluso en estos casos, hay que saber dónde termina ese enorme resto de animales no vendidos, no regalados, no colocados: en muchísimos casos, su final es la calle, la autovía o el campo en una aturdida búsqueda de cobijo. En muchísimos casos también, acaban en perreras donde, con suerte, un modesto porcentaje encontrará casa y el resto, la muerte inducida. Y a eso hay que añadir la enorme cantidad de mascotas compradas o adoptadas y posteriormente rechazadas, sufriendo idénticos destinos.

 Parecido es el caso de los animales exóticos, donde la irresponsabilidad del abandono en los campos, puede arrasar las especies nacionales y multiplicar los problemas de recogida y acogida. Hay cientos de albergues de asociaciones en todo el país, cierto, y todos recogiendo por encima de su capacidad. Los animales viven cierto número de años, así que se está rozando la imposibilidad material de que tanto abandonado pueda ser acogido y mantenido. Y los gobiernos y corporaciones locales, luciendo un importante nivel de indiferencia, se lucran del esfuerzo privado de las Protectoras, que les resuelven una buena parte del problema del abandono sin costarles apenas dinero público ni por supuesto esfuerzo administrativo o legislativo. Dicho queda de modo resumido.

AC: Gracias. En cuanto al segundo grupo, el de los animales de explotación…

Sara: Dos grupos también, el de los animales para el consumo y el de los animales para la diversión. Respecto del consumo, es curioso que existiendo en la población un apetito desmesurado por la carne no sólo se está favoreciendo con ello la trata extrema y la matanza masiva de cientos de miles de animales a diario, situación difícilmente defendible (desde luego, no será por hambre…) sino que, curiosamente, sufrimos enfermedades personales gravísimas, como las cardiovasculares, en buena parte favorecidas por el consumo exagerado de productos de matanza. Esto significa que este acostumbramiento ordinario a la comida con carne no produce ningún beneficio, salvo la gula, y sí tremendos perjuicios para la persona, las familias y la sociedad (dada la gran repercusión de estas enfermedades en la sanidad pública). Me pasma que nadie tenga, a nivel institucional, empeño alguno real y efectivo por formar e informar a la población de que sus necesidades (por llamarlas así) de carne pueden reducirse drásticamente en su propio beneficio y salud. El minimizar el consumo de carne suavizaría, sin una revolución nutricional extrema, grandes niveles de explotación y sacrificio animal.

En cuanto al segundo grupo, lo he tratado unas cuantas veces en mis escritos publicados en el blog de AC: Tradiciones, Yo Acuso, Toros y nuevas generaciones PP, Carta a la Presidenta menos europea… Resumo al máximo: Torturar animales para divertirse es, después de la tortura infligida a niños, la torcida afición más lamentable, rastrera, repugnante y arcaica que pueda presentar una nación, país o región a nivel poblacional y social. Y no actuar desde los gobiernos para erradicar tales orgías de sangre, tortura y falta de humanidad, misericordia y justicia, desde mi punto de vista, descalifica a esos gobiernos, partidos y políticos individuales para dirigir un país, una región, un municipio. Si permiten ese tipo de “juergas” letales, se manifiestan permisivos por sí mismos con cualquier acción extrema relacionada con la tortura, permitir esos hechos, desde el propio poder político, es actuar sin atenerse a la Razón, pues el razonamiento es lo que ha llevado a la humanidad a ser humanidad y, en su propio beneficio, a dejar de actuar como simios, salvajes, antropófagos, hordas… Resumido queda igualmente.

AC: Gracias, me he quedado impresionada, si me permites decirlo.

Sara: Gracias a ti. Voy a añadir que cuanto expreso es mi pura y simple opinión. No voy a pretender resolver las cosas de un plumazo sólo por hablar de ellas. Pero quede muy, muy claro que, nuevamente en mi opinión, LA RAZON ES LA FUERZA. Repito de nuevo que la Razón ha hecho humano al hombre, ha hecho progresar y evolucionar al género humano, lo ha dotado de valores y trascendencia y es la Razón la que debe culminar la evolución imponiendo definitivamente la Justicia para todos, y muy concretamente –dicho de nuevo- para los animales, que son parte imprescindible del equilibrio de un planeta que es único en el universo precisamente por eso, por la vida interrelacionada que sustenta.

AC: Me voy a permitir titular esta entrevista de ese modo: LA RAZÓN ES LA FUERZA, si no tienes inconveniente.

Sara: Me siento honrada por ello.

AC: Gracias, Sara, y esperamos una nueva ocasión de hablar contigo y ampliar conceptos.

Sara: Dada la incansable actuación de AC contra el maltrato animal, estoy a vuestra disposición siempre.


Dos de abril de 2012.

Correspondencia con Sara Téllez:  acmatcero.saratel@gmail.com